Acuerdos entre gobiernos

Establecimientos de acuerdos entre gobiernos para la regularización de los avances de la biotecnología aplicada para el manejo, uso y consumo de organismos genéticamente modificados:

 
La regulación de los organismos genéticamente modificados en México



La biotecnología moderna que utiliza técnicas de ácido desoxirribonucleico recombinante, mejor conocida como Ingeniería Genética, ha tenido sus avances más importantes en la agricultura, permitiendo la transferencia de características específicas deseables a diversos cultivos.Este término se refiere a cualquier técnica que utiliza organismos vivos o sustancias de esos organismos para producir o modificar un producto, para mejorar las plantas o animales, o para desarrollar microorganismos con usos específicos.

Internacionalmente se ha expresado una preocupación creciente con relación a los productos genéticamente modificados, ya que es difícil predecir su comportamiento, particularmente cuando son liberados en un ambiente específico. De acuerdo a la Sociedad Ecológica de América (ESA) los problemas potenciales ecológicos y de evaluación que pueden presentarse en la liberación de plantas transgénicas, son:
  • Creación de nuevas malezas; 
  • La ampliación de los efectos de malezas ya existentes;
  • Daño a otros especies;
  • Efectos de disrupción de las comunidades bióticas;
  • Efectos adversos en los procesos de los ecosistemas; y  
  • Pérdida de recursos biológicos valiosos.

Estas consideraciones de impacto al ambiente y a la salud humana, han ocasionado que los países establezcan regulaciones que permitan tener un control adecuado sobre la experimentación, producción comercial y consumo de este tipo de materiales, con el fin de resguardar su uso seguro, evitando riesgos no aceptables a los agrosistemas y a la salud humana.
Cabría destacar que los adelantos científicos son muy recientes y que sin embargo, nunca antes en la historia, las sociedades del mundo habían estado tan involucradas en los alcances y efectos de un desarrollo tecnológico, como es el caso de los organismos genéticamente modificados. De ahí que cada país necesitará definir bajo que normas se deberán manejar estos nuevos materiales a fin de reducir los riesgos en su uso y maximizar sus beneficios.
Los productos de la biotecnología moderna en la agricultura, incluyen plantas con resistencia a enfermedades o plagas, mejoramiento de los contenidos nutricionales, mayor adaptabilidad a condiciones adversas como sequía o salinidad y características modificadas de su comportamiento (por ejemplo, maduración retardada).
Las plantas genéticamente modificadas tuvieron su primera incursión formal en el campo mexicano en 1988, año en el que se presentó ante la Dirección General de Sanidad Vegetal (DGSV) la primera solicitud para importar y liberar en campo, específicamente en el área de Culiacán, Sin., tomate con la característica de resistencia a insectos, solicitud que fue aprobada y que dio la pauta para iniciar la formación de un grupo de expertos que apoyaran al sector oficial en la toma de decisiones sobre futuras solicitudes de experimentación de estos productos.

En 1989 se formó el Comité Nacional de Bioseguridad Agrícola (CNBA), actualmente Subcomité Especializado en Agricultura (SEA), el cual funge como grupo asesor que apoya a la DGIAAP en la evaluación de la información sobre solicitudes para la liberación en campo de productos genéticamente modificados; así como el establecimiento de regulaciones y políticas relacionadas con el tema.

Se seleccionaron expertos de las instituciones de investigación y Universidades con mayor conocimiento en el área de Biotecnología, incluyendo representantes de CINVESTAV (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN); INIFAP (Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias); UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México); SNICS (Sistema Nacional de Investigación y Certificación de Semillas); UACH (Universidad Autónoma Chapingo); CP (Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas); Comisión Nacional para el Conocimiento y el Uso de la Biodiversidad (CONABIO) y más recientemente se ha incorporado la SSA (Secretaría de Salud) y el INE (Instituto Nacional de Ecología).
En principio, el Comité se abocó a la elaboración de una norma que regulara estos productos, basada en las experiencias de otros países con relación a la regulación de plantas genéticamente modificadas y fue el 11 de julio de 1996 que se publicó la Norma Oficial Mexicana NOM-056-FITO-1995 por la que se establecen los requisitos fitosanitarios para la movilización nacional, importación y establecimiento de pruebas de campo de organismos manipulados mediante la aplicación de ingeniería genética.
Esta norma se deriva de la competencia que le confiere a la SAGARPA la Ley Federal de Sanidad Vegetal y tiene como objetivo establecer los requisitos para importar, movilizar y liberar en campo plantas genéticamente modificadas. La información es evaluada por el SEA, caso por caso, a fin de emitir una opinión técnica a la DGIAAP en relación a la procedencia de su autorización y las medidas de bioseguridad que habrán de tomarse en caso de que represente un posible riesgo al ambiente.

Otras regulaciones aplicables a materiales genéticamente modificados, se encuentran especificadas en la Ley sobre Producción, Certificación y Comercio de Semillas, encargada de las semillas transgénicas de alto riesgo; así como la Ley General de Salud, que controla la comercialización de productos derivados de esta tecnología dirigidos a consumo humano y su etiquetado. Cabe mencionar que en 1999, se publicó el Reglamento de Control Sanitario de Productos y Servicios, el cual regula la importación, exportación, así como las actividades, servicios y establecimientos relacionados a productos biotecnológicos.
 
De 1988 a 2003, el SEA, la DGSV y ahora la DGIAAP ha evaluado aproximadamente 248 solicitudes de liberación en campo de plantas genéticamente modificadas, con fines de experimentación, en invernadero o en algunos casos a nivel de programa piloto.

Las autorizaciones otorgadas a nivel experimental han sido con la finalidad de evaluar el comportamiento agronómico de los cultivos, avanzar en líneas de desarrollo de las variedades o la expresión del gen insertado, principalmente. Sin embargo, aún cuando la experimentación se realizó en ambientes controlados donde el riesgo de flujo genético o impacto al ambiente es nulo, se tomaron medidas de bioseguridad estrictas para el desarrollo de cada experimento entre las cuales se encuentran: establecimiento de los experimentos en invernaderos biocontenidos, laboratorio y siembra en maceta. Para el caso de liberaciones en campo, únicamente se autorizó la liberación de cultivos en zonas agrícolas donde no existían parientes silvestres relacionados; emasculación, aislamiento en espacio y tiempo; destrucción de ensayos antes de llegar a floración; establecimiento de barreras físicas y siembra de hembras transgénicas y machos convencionales. En el total de los casos, aún cuando se aplicó alguna medida o varias de estas a la vez, se procedió a la destrucción del cultivo transgénico, además de realizar monitoreos para verificar que no existieran plantas voluntarias, que en caso de presentarse se destruyeran.

Como se podrá observar con las medidas establecidas se evita el flujo genético a especies silvestres y por ende el impacto sobre los ecosistemas en las áreas agrícolas donde se autorizó la liberación. Cabe hacer mención que los productos agrícolas genéticamente modificados no tienen un riesgo intrínseco; el riesgo se deriva del lugar en donde se liberan.
 
México es centro de origen y diversidad biológica de cultivos agrícolas tales como maíz: frijol, algodón, chile, aguacate, calabaza, tomate, cacahuete y amaranto (por citar algunos), lo que implica para los mexicanos y sus autoridades, una doble responsabilidad; por un lado, mejorar los cultivos para garantizar el adecuado suministro de los consumidores nacionales y la exportación, y por el otro, salvaguardar las especies y los parientes silvestres, como recursos genéticos para la agricultura del futuro.

En la actualidad, la demanda de solicitudes para la liberación de cultivos que han sido modificados a través de ingeniería genética en programas piloto, ha aumentado durante los últimos tres años, tal es el caso del algodón el cual fue modificado para proporcionarle resistencia a insectos o tolerancia a herbicidas y la soya con modificación para otorgar tolerancia a herbicidas-
 
Basados en la experiencia adquirida en la fase experimental y los programas piloto autorizados, consideramos que existen productos como el algodón con resistencia a algunos insectos lepidópteros, la calabacita resistente a virus o la papa resistente a virus que pueden ser utilizados en la zona norte del país resolviendo una problemática especifica, sin que a la fecha se visualicen efectos negativos potenciales al ambiente.
 
La DGIAAP con la finalidad de completar el marco regulatorio sobre la liberación al ambiente de organismos genéticamente modificados de uso agrícola, se encuentra, en coordinación con la SEMARNAT y el Subcomité de Servicios Fitosanitarios, en los últimos procesos para la publicación del anteproyecto de NOM-FITO/SEMARNAT-2003, sobre importación movilización y liberación al ambiente en programas piloto y con fines comerciales de OGM destinados al uso agrícola, en donde se contemplan los siguientes requisitos: Información General (nombre del solicitante, cantidad total a liberar, zonas agrícolas a liberar, diferencias en las prácticas de manejo de OGM, informe de la evaluación de riesgo ecológico); Medidas de Bioseguridad (descripción del procedimiento y medidas de bioseguridad para: escape, diseminación, transportación, manipulación, almacenamiento, envasado, etiquetado, descripción del envase y/o embalaje, ruta de movilización, método de disposición final); Caracterización del Producto (centro de origen y diversificación, descripción fenotípica del OGM con su contraparte convencional, partes de la planta donde se expresa el gen, caracterización bioquímica y metabólica de todos los productos) y Evaluación de Riesgo Ecológico (evaluación de riesgo potencial, declaración del impacto potencial ambiental, lista de especies tanto silvestres como cultivadas relacionadas con el OGM a liberar, potencial de flujo génico del OGM a especies relacionadas).
LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS EN EL MUNDO: SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS
Los cultivos y alimentos transgénicos, uno de los grupos más importantes de organismos genéticamente modificados (OGM) son un producto reciente en el mercado mundial: a partir de 1996 se comienzan a sembrar libremente en Estados Unidos. Actualmente existen en el mercado cuatro cultivos: maíz, algodón, soya y canola, que se siembran a nivel comercial en varios países: Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá, India, China, Paraguay y Sudáfrica (cuadros 1 y 2). Las transformaciones genéticas presentes en estas variedades comerciales son básicamente dos: resistencia a herbicidas y resistencia a insectos

 

 
Existen otros dos grupos de países en los que se han hecho básicamente pruebas de campo y pre–comerciales de los cultivos transgénicos, el primer grupo siembra menos de 100 000 hectáreas (Cuadro 3) y el segundo menos de 1 millón de hectáreas (Cuadro 4). En este último se encuentra nuestro país, que conserva una política restrictiva para la liberación de la siembra de cultivos transgénicos, como se analizará en el apartado 3. Polémicos desde su nacimiento, el debate en torno a estas nuevas plantas y alimentos se ha hecho más álgido con el paso de los años

 

 

 

 

  
LA INGENIERÍA GENÉTICA Y LA BIODIVERSIDAD: UN DEBATE VIGENTE

 
El debate actual respecto a los OGM muestra cambios si se compara con el de las décadas de 1980 y 1990, cuando era claro que se estaba ante una nueva tecnología con gran poder de transformación tanto de la producción agrícola y alimentaria, como de otras ramas productivas: la medicina, la energía, la industria química y petrolera. En estos años se hablaba de la biotecnología como una de las tecnologías presentes en la Tercera Revolución Científico Técnica o Tercera Revolución Industrial, como parte de un nuevo paradigma tecno económico. Con respecto a la agricultura, la discusión giraba en torno a si estábamos ante una nueva revolución tecnológica que transformaría completamente la producción y el consumo de alimentos y las diferencias de sus impactos en los países industrializados y en los países latinoamericanos. También se consideraban los cambios que estas innovaciones tecnológicas traerían en el contexto global de la agricultura y se entendía el control de esta nueva tecnología como una de las estrategias fundamentales de las corporaciones para el control de la producción, la comercialización y el consumo de la agricultura mundial (McMichael, 1999).
 
El objetivo era lograr abatir el hambre en el mundo por medio de la creación de semillas de alto rendimiento de los principales cultivos alimentarios. Para el caso de nuestro país los esfuerzos se dedicaron al maíz y al trigo y se fundó el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMyT), con financiamiento internacional, que hasta la fecha está en Texcoco, Edo. de México, donde también se localizaron los campos experimentales del entonces INIA. El proyecto contó con la entusiasta colaboración de los gobiernos mexicanos de Ávila Camacho y Miguel Alemán, quienes destinaron cuantiosos fondos para apoyarlo. Si bien se lograron obtener variedades de alto rendimiento de maíz y trigo, para que estas nuevas semillas rindieran todo su potencial era necesario un paquete tecnológico que incluía el riego, la maquinaria y el uso de agroquímicos en tierras planas. Estas no eran las características agroecológicas de la mayor parte de las tierras del país, por lo que los beneficios de la nueva tecnología sólo fueron accesibles a un pequeño número de productores que podían hacer las inversiones necesarias, mientras que la mayor parte de los productores de maíz y frijol, los alimentos básicos, que producen a la fecha en temporal y ladera, quedaron al margen.
 
Así, una de las consecuencias de la modernización agrícola de la RV en México fue la polarización entre productores empresariales de alto rendimiento, que concentran hasta la fecha la mayoría de los recursos necesarios para la producción, y los campesinos pobres de auto subsistencia, fenómeno que ha sido analizado en numerosos trabajos de investigación acerca de ese periodo.
 
Durante el proceso de generación y difusión de la RV también hubo voces de científicos mexicanos que, ante la realidad de la mayoría de los productores temporales de maíz, abogaron por la investigación de tecnologías adecuadas a las condiciones de éstos. Desafortunadamente, sus planteamientos no fueron escuchados por los directivos del proyecto, aunque estos científicos, con Efraín Hernández Xolocotzin a la cabeza, crearon en la Universidad Autónoma Chapingo la escuela fundacional de etnobotánica en el país. Muchos de sus seguidores actualmente han consolidado la enseñanza e investigación de la agroecología en diversas instituciones.
 
A escala internacional, la RV iniciada en México se difundió y los organismos internacionales encargados de promoverla, básicamente la Fundación Rockefeller y el Banco Mundial, la publicitaron como todo un éxito. A partir de ahí se formó un consorcio internacional gubernamental–privado, que centralizaría la investigación agrícola en granos básicos en el mundo, el Centro Internacional para la Investigación Agrícola (CGIAR, por sus siglas en inglés). Asimismo, se fundaron otros centros internacionales siguiendo el modelo del CIMMyT, como el del arroz en Filipinas. Este modelo transformó radicalmente la producción de alimentos básicos a nivel mundial y las variedades híbridas de alto rendimiento obtenidas siguen siendo las que se siembran mayoritariamente en el mundo. También fue exitoso, desde otro punto de vista, consolidar la intervención privada en el manejo de los recursos filogenéticos para la alimentación mundial, como evidencia el hecho mismo de que haya sido el CGIAR y no la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), de carácter público, el que centralizara la investigación sobre alimentos. Cuando surgió el proyecto hubo debates a nivel internacional sobre la pertinencia de que el sistema quedara a cargo de la FAO, pero esta iniciativa no prosperó y se creó el sistema paralelo de los centros internacionales de investigación
 
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

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